viernes, 20 de junio de 2014

Pectorales (relato)



Maximiliano Cladakis

    La ducha caliente había relajado algo sus músculos. El vapor aún fluía dentro del cuarto de baño mientras con una toalla quitaba la humedad del espejo. La imagen que le devolvía aquella superficie  resbaladiza era el correlato perfecto del leve dolor que surcaba sus pectorales. Era un dolor dulce, agradable, la recompensa de un trabajo bien realizado. Ese dolor, que más que dolor se trataba de un cosquilleo, era su orgullo.  Pasó ambas manos por aquellos músculos trabajados. La sensación era increíble. Tocaba y miraba aquella obra de arte, libre de todo pensamiento. Ahí estaba él, en esos pectorales grandes, fuertes, que parecían hechos de acero templado. Tensó los músculos y por un momento sintió un placer casi orgásmico. El y sus pectorales, siendo uno, siendo lo mismo. Ninguna otra cosa importaba en el universo. El universo estaba vacío, sus pectorales eran el universo.

   Salió del cuarto de baño, orgulloso de su desnudez. Hubiera querido que haya alguien para que lo viese en su perfección. Una perfección fruto del trabajo, de horas, de días, de meses, levantando pesas, sacrificándose en pos de un ideal que hubiera parecido irrealizable. En su habitación comenzó a cambiarse. “Por suerte hace calor”, dijo en voz baja.  No debía llevar ningún suéter ni pullover, sólo la remera blanca de cuello en v que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel y que resaltaba su mayor logro. Volvió al cuarto de baño. Se peinó. Luego volvió a contemplarse, ahora vestido, frente al espejo. De nuevo, volvió a quedar cautivado. El tiempo perdió sentido. El universo volvió a desaparecer. Sin embargo, se le cruzó por un segundo la imagen de Mariana. Debía ir a buscarla y no quería volver a dejarla esperando.

    Antes de salir le envió un mensaje de texto diciéndole que en una media hora estaría allí. Salió de su departamento. Vio el cielo nocturno tachonado de estrellas y las luces de la avenida fulgurando intensamente. Había mucha gente en la calle. Algunos vecinos del edificio lo saludaron al entrar. Él tomó aire  e irguió más el pecho, aunque no le hiciera falta. Pasaron unas chicas bonitas que le sonrieron. Él les devolvió la sonrisa. Sus pectorales vibraron. La noche era perfecta. Y él era el dueño de la noche.

   Llegó  a la casa de Mariana. No tuvo que apagar el motor porque ella ya se encontraba esperándolo en la puerta. Ni bien lo vio fue hacia el auto con pasos cortos y presurosos. Entró al vehículo y lo besó para luego bajar el espejo interno del auto y corroborar que el maquillaje no se hubiera corrido. Él la miró de reojo. Estaba esplendida. Llevaba un vestido corto, suelto en la parte baja y ceñido en la parte alta. El escote era pronunciado. Sus senos, perfectos, redondos como dos globos oculares, se mostraban erectos en una actitud de altivez digna de un mandatario del primer mundo. No llevaba sostén por lo que sus pezones se dejaban entrever sutilmente. Estaban en el centro de aquellas dos esferas sublimes. Esos pechos, igual que el suyo, eran perfectos. Pero había una diferencia. El de él era obra de su propio esfuerzo, los de ellas la simple obra de un cirujano. Ella le debía su perfección a un tercero, él no. Al pensar en eso, no pudo ni quiso evitar sentirse superior.

   Estacionó a unos metros del pub. La parte glamorosa de Palermo se mostraba en todo su fatuo esplendor. Ese barrio viejo, reciclado para las nuevas generaciones de “gente de bien” y de turistas, era un collage donde lo folclórico de un pasado de tangos y arrabales se entremezclaba con nombres en inglés y argentinismos exagerados. Él y Mariana amaban ese lugar. Se sentían libres, seguros, un lugar habitado por iguales. No había pobreza, no había fealdad. Ese lugar repleto de extranjeros decentes, no de los ilegales provenientes de los países limítrofes, y de personas que iban a pasar un buen momento era el correlato perfecto de sus cuerpos y de sus vidas. Todo encajaba. Nada estaba de más.

   Entraron al local. Instantáneamente vieron la mesa donde ya estaban Leo, Andrea, Julián, Fernando, Vanina. Se sentaron junto a ellos entre besos, saludos y bromas. Una música brasileña sonaba de fondo mientras las pantallas de LCD mostraban imágenes y videos que nada tenían que ver con esa música. La luz tenue y azulada daba sobre las fotografías colocadas en las viejas paredes refaccionadas. Los rostros de Chaplin y de Gardel adquirían una tonalidad que no habían tenido en más de 70 años. En una esquina James Dean miraba el horizonte sobre una Harley Davidson mientras un cigarrillo colgaba de su boca.

   Las horas pasaban y las cervezas dieron lugar a tragos más complejos y sutiles. A la mesa se habían agregado algunos amigos que habían llegado más tarde. Por momentos, los hombres hablaban sólo entre ellos, al igual que las mujeres; por momentos, la charla se extendía sobre toda la mesa quebrando la diferencia de géneros. Él se sentía increíblemente bien. Sabía que  era el más atractivo de la mesa y  Mariana la más bella. Su risa tenía una tonalidad más limpia, más clara y a la vez más potente que las demás. Cuando hablaba, el resto hacía silencio y lo escuchaba con atención. Su palabra tenía una densidad mayor que la de los otros. Cada tanto  cambiaba de posición para que los pectorales salieran nuevamente a relucir. Cuando lo hacía notaba la forma en que las mujeres lo miraban. Había deseo. Aunque lo trataran de disimular, él lo sabía. Todas las mujeres en la mesa estaban allí con sus parejas, pero él sabía que deseaban estar con él. Incluso, unas semanas atrás, Vanina lo había hecho, a pesar de ser la novia de Julián por más de cuatro años. Julián era su mejor amigo. En un momento casi había sentido culpa, pero después se recordó a sí mismo que esas eran cosas que pasaban. Julián, en última instancia, era un hombre afortunado por tenerlo como amigo, lo mismo que Mariana por tenerlo como novio.

   Al salir el sol, el local se fue vaciando lentamente. Él y sus amigos decidieron irse. Le pagaron al mozo y se levantaron de sus asientos. Algunos estaban algo ebrios, Fernando incluso había vomitado durante la noche. Él, en cambio, tenía resistencia al alcohol. Seguía lúcido y erguido. La mañana despuntaba, los autos se marchaban. Él caminaba delante del grupo, Julián iba un paso atrás mientras le contaba sobre las posibilidades de un ascenso en la empresa. Estaban cansados pero contentos de haber pasado una noche perfecta.

    Sin embargo, cuando se disponían a despedirse para que cada uno tomase su camino, un acontecimiento les hizo sentir que el mundo se desmoronaba. A unos diez metros, un hombre, de edad indiscernible, caminaba hacia ellos. Iba con la cabeza gacha y encorvado, parecía hablar solo. Tenía el pelo negro, la piel oscura, al abrir la boca se le notaba que le faltaban algunos dientes. Iba vestido con harapos. En la mano derecha llevaba una caja de vino tinto. Su caminar era lento, por momentos rengueaba. Parte de sus pantalones estaban mojados, seguramente se trataba de orina. Parecía no tener hombros ni pectorales, sino tan sólo ser una joroba andante.

   Ese ser que avanzaba inexorablemente hacia ellos era la negación de aquella plenitud sin fisuras, sin grietas que había sido la noche. Si bien se veía que era un ser enclenque y que, debido a su ebriedad, un mero empujón bastaba para derribarlo, el grupo fue presa del pánico. Todos se echaron hacia atrás, hombres y mujeres. Él quedó adelante, sólo. Los pectorales se le volvieron a tensar. Miró a los ojos a ese ser infrahumano que seguía avanzando. Este no le devolvió la miraba, seguía con la cabeza gacha. Igualmente no detenía su paso.

   El hombre indiscernible se detuvo frente a él. Él sintió la adrenalina atravesar salvajemente todo su cuerpo. Percibió que los músculos del pecho se agrandaban como nunca antes lo habían hecho, como si estuvieran a punto de estallar. El hombre levantó la mano izquierda lentamente, con la palma hacia arriba, como pidiendo una limosna. Él le lanzó un golpe que concentraba toda la fuerza de sus pectorales. Su puño se hundió en la cara de ese despojo andante que inmediatamente cayó al suelo lanzando chorros de sangre por la boca y la nariz.

    Él se mantuvo en su lugar. Miró, por un segundo, a su rival, inconsciente, tal vez muerto, en el suelo mientras la caja de vino derramaba su contenido y se mezclaba con la sangre. Luego volvió la vista hacia sus amigos. Ya estaban tranquilos, calmos. La serenidad y la perfección habían regresado.

   Se acercaron a él, despacio, con muestras de admiración y agradecimiento en los rostros. Mariana se les adelantó, para abrazarlo y besarlo. Al fin de cuentas, él era su novio y había sido el héroe de la jornada. Él la tomó por la cintura, deslizo una mano sobre su nalga izquierda y tensó nuevamente sus pectorales.



miércoles, 18 de junio de 2014

Patria o corporaciones




Maximiliano Basilio Cladakis

   “Patria o corporaciones” es un lema ya clásico dentro de la militancia kirchnerista. La disyunción es el correlato de la trama profunda  que surca nuestra historia. “Patria” y “corporaciones” dos elementos antagónicos  que constituyen los polos de oposición sobre los que se teje el conflicto originario, irredento, que se abate de manera inexpugnable sobre estas tierras del Sur. La Patria, como proyecto colectivo, como emancipación de los sectores populares, como advenimiento de un futuro libertario e igualitario, se constituye en una dialéctica fundada en la negatividad, a partir del enfrentamiento con su opuesto, el interés minoritario, la exclusión de millones, el anhelo de dominio de las corporaciones.

   El conflicto entre los fondos buitres y el Estado Nacional Argentino, y el posterior fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos se circunscriben en esta lógica agonística. La lacra del poder financiero internacional constituye, pues, una de las corporaciones más poderosas a nivel mundial. Y el poder judicial estadounidense como el garante y legitimador de sus intereses. La corporación financiera transnacional y la corporación judicial del Imperio se aúnan en un mismo proyecto de dominación global. Por un lado, la dominación económica; por otro, la dominación jurídico-legal. En el caso argentino dicho proyecto de dominación tiene como consecuencia necesaria la anulación de la Patria. En este sentido, la sempiterna consigna “Patria sí, colonia no” retoma su sentido más denso: la aceptación de los dictámenes corporativos implicarían la  implosión de la Patria, su conversión en colonia, es decir, la segregación de la comunidad en miríadas dispersas y condenadas a la miseria, la extinción del Estado o (lo que es lo mismo) su colonización por parte de los intereses corporativos. Y que quede claro: sólo el Estado puede custodiar y resguardar los intereses de la Patria, es decir, de la totalidad, de las grandes mayorías.

   La lógica disyuntiva entre Patria y corporaciones, vale aclarar, no se circunscribe únicamente a los embates corporativos que se dan desde “fuera”, sino que involucra también a los que se dan desde “dentro”. La categoría de “cipayo” que, hasta hace un tiempo parecía una mera pieza de museo en las vitrinas del pensamiento local, recobra su potencia original: cuando vemos en los medios hegemónicos de comunicación a candidatos opositores, a “técnicos” de la economía, a conductores y periodistas hacer cargar las culpas sobre el Gobierno Nacional, lo que vemos realmente es a los defensores de los intereses corporativos transnacionales, los cuales, a su vez, y por medio de oscuras y laberínticas asociaciones se encuentran ligados a los intereses corporativos que operan “fronteras hacia adentro”.

  El entramado del complejo corporativo, por lo tanto, se extiende de manera metastásica por entre las distintas instancias de la esfera social: poderes económicos, poderes judiciales, medios de comunicación, partidos y frentes políticos, gremios y sindicatos, incluso. La finalidad es la declinación de un proyecto colectivo sustentado en la voluntad popular y que tiene como finalidad el bien común. Eso es lo que llamamos Patria. Patria, democracia, soberanía,  bien común, voluntad popular son  conceptos ligados de manera intrínseca y que, en su realización efectiva, se enfrentan necesariamente al proyecto de dominio corporativo.  Para lograr comprender la lógica que subyace a este afán de dominio, hay una palabra esencial que devela la verdad profunda de la corporación: “comercio”.  Convertir el mundo en un gran centro comercial, donde todo sea intercambiable, vendible, donde la maximización de ganancias no se vea interceptada por pruritos éticos, morales, políticos o ideológicos, donde el hambre de millones, el saqueo de los pueblos, sólo sea un dato más dentro de una transacción comercial, esa es la finalidad de los embates corporativos. Cuando el economista, o más valdría decir el técnico del comercio, Federico Sturzenegger dijo, al preguntársele sobre las exorbitantes tasas usurarias que favorecían a los fondos buitres, que se trataba sólo de un dato secundario, no hizo más que manifestar la lógica del comercio corporativo. No importan las consecuencias, sólo importan los principios sagrados del comercio, donde la maximización de ganancias, se trate de particulares individuales o de particulares corporativos, justifican absolutamente todo.

    La Presidenta de la Nación, en la Cadena Nacional del último lunes, dijo que, a diferencia de la mayoría, no se sorprendió por la decisión de la Corte Suprema Estadounidense, sino que, por el contrario, era la decisión que imaginaba. No por nada, ella, Cristina Fernández de Kirchner, es la líder del proyecto nacional y popular, su conductora indiscutible. Entre sus demás atributos y virtudes, está el de conocer la lógica inmanente de los poderes que la enfrentan. Ella conoce a sus enemigos, ella conoce, pues, a los enemigos de la Patria.




miércoles, 11 de junio de 2014

Sobre el fallo de Lijo en la causa AMIA

Venas del Sur repudia

Y se solidariza con los familiares de las víctimas del atentado contra la AMIA

El juez Ariel Lijo sobreseyó, ayer 9 de junio, al ex ministro del interior del ex presidente Carlos Menem Carlos Corach, como así también a los secretarios letrados del ex juez Juan José Galeano.

Galeano fue juez de la Nación sugerido por Hugo Azorreguy director de la SIDE durante el gobierno de Menem. Fue destituido en 2005 al probarse pago de sobornos, apertura de legajos paralelos, destrucción de medios de prueba, coacción de testigos entre otros delitos.

El ex juez quiso evitar su enjuiciamiento presentando su renuncia, que fue rechazada por el ex presidente Néstor Kirchner para dejar que avanzara el proceso de destitución.

El atentado a la AMIA ocurrió el 18 de Julio de 1994 donde fueron asesinadas 85 personas




martes, 10 de junio de 2014

Sobre los acontecimientos de dominio público referidos a la citación indagatoria al Vicepresidente de la Nación en ejercicio Amado Boudou.

Venas del Sur  tiene la obligación de expresar.

El juez que entiende en la causa dio a conocer que citaba a declaración indagatoria al vicepresidente para el día 15 de julio, día en que la primera mandataria estaba fuera del país en la cumbre de los BRICS, en Fortaleza, Brasil. El juez cita a quien, por su cargo, nuestra Constitución determina, es quien preside la Nación en ausencia de la presidenta. El juez lo sabía, no había necesidad de que fuera en esa fecha. Y que no había necesidad lo demuestran los hechos, en tanto que, ante el pedido del Vicepresidente la fecha se adelantó al 9 de junio. El mensaje no perdió eficacia: a los políticos los legitima el pueblo, pero los jueces (no todos, desde ya) se legitiman a sí mismos.

La causa en la que se ve involucrado el Vicepresidente se inició a partir de la investigación judicial basada en lo que se  dijo en un programa de radio de la tarde. Tiene un origen mediático que fue eficaz en la construcción del “relato” por la masividad y reproducción del medio.

Amado Boudou pidió que la audiencia con el juez fuera registrada en forma audiovisual y taquigrafiada, a lo que el juez se negó a pesar de que el fiscal general adjunto de la Ciudad de Buenos Aires y presidente de la Asociación Argentina de Fiscales no encontrara objeción a que se grabe como resguardo el acto de la indagatoria.

Nos preocupa que una investigación judicial pueda inducirse, meramente,  por lo dicho en un medio de comunicación de posición dominante, pero a pedido de la parte denunciada por ese medio, se niegue la posibilidad de utilización del mismo recurso tecnológico como contrapartida. Esta es una discusión que podría ser banal, en tanto que, no se debe comparar un medio de comunicación con un poder del Estado (el Judicial) lo concedemos.

Con todo, ante el pedido de una posible “publicación” de lo sucedido en el acto judicial por parte del vicepresidente “indagado” y la negativa del juez “indagante” y teniendo en cuenta que si se publicara no habría lesión del derecho a terceros, Venas del Sur toma partido por el Vicepresidente de la Nación, pues es quien representa en su puesto al pueblo, y es al pueblo a quien se le niega el derecho a informarse en todo lo que sea posible sobre la acción de quienes lo gobiernan, sobre todo en temas que son de interés público siendo obligación de los poderes del Estado difundirlos. Queda claro que si se permite una sola voz (la de los medios dominantes)  y se obtura la posibilidad de escuchar lo que se le opone; deja en evidencia la falta de objetividad e independencia de la que hace gala parte del poder judicial mostrándose como un aliado necesario del poder real, económico y corporativo.